diseñador industrial valencia Arturo del Saz Salazar
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Valencia · España
diseñador industrial
 
ARMADOR PRIVADO. Barco Pilar. 2017.

Este proyecto me llegó a través de mi buen amigo Paco, siempre Paco, que me puso en contacto con el armador.

La cosa es que el cliente acababa de comprar un barco y quería desmantelarlo por completo, quedarse sólo con el casco: "navegará muy bien, tiene la V perfecta" me decía. Tenía la intención de convertirlo en una semirrígida, en una neumática.

La historia era jugosa, la lancha de la que partíamos -una planeadora- había aparecido en la playa, abandonada, y decomisada después por la Guardia Civil. Tras pasar por un astillero, había acabado en las manos de mi armador. No hay que ser muy listo para deducir por qué la lancha estaba en aquella playa y cuál había sido su postrera función.

El armador me dijo lo que quería: una semirrígida con tres cubiertas, rápida, divertida y ligera. Le preparé unos bocetos, se los acerqué, se quedó un rato mirando sin hablar, me palpitó el corazón y dijo: "me encanta". Coño, así da gusto. Esta es la parte cómoda del proceso de diseño. Ahora empieza el 3d, que ya es otra historia.

En grande (¡Piensa en grande, Arturo!)

Centrándonos ya en el diseño, la mayor complicación de partida que tenía, era hacer cuadrar el casco existente con las nuevas cubiertas que iba a diseñar. El meticuloso Fernando ya había medido el casco y lo había modelado en superficies. Aún así era mejor tomar precauciones y dotar al diseño de ciertos márgenes para que, sin duda, encajara lo viejo con lo nuevo. Ese margen lo tuve en las cunas (alojamientos) de los flotadores. Las sobredimensioné intencionadamente hacia el exterior del barco para luego no encontrarme con la desagradable sorpresa de que el casco, después de cortado a medida, tuviera más manga en cualquier punto que las nuevas cubiertas. Esa era una cuestión clave, otra era que la cubierta de bañera entrara con margen en el casco; que, en este caso, el casco fuera tan estrecho que la cubierta no entrara en él. Por eso mismo, en la bañera tenemos una doble pared: la exterior -el casco en si- y la pared interior de la propia cubierta de bañera. En un barco, en el que hubiéramos partido de cero, acaso no hubiera dibujado esto así.

Otro asunto básico a resolver, tanto en la construcción como en el diseño, era cuadrar perfectamente las cunas de los flotadores con las cubiertas y, ambos, con el casco original. Ya que éstas son tres piezas distintas y de dimensiones muy grandes -más de 11 metros por tres de mangaque debían unirse sólidamente justo por donde tocaba, y en su exacta posición. Para ello, se dibujaron los armazones del molde de cunas, numeradas perfectamente las cuadernas; esa numeración se mantuvo en las cuadernas del molde de cubiertas que, además tenía el alojamiento para las cunas que salieran del primer molde. Así las cunas, una vez desmoldadas, entrarían en el molde de cubiertas ubicándose, sin posibilidad de error, en su posición. Además esta disposición en el astillero: casco original, molde cubiertas y molde cunas, dispuestos en paralelo uno al lado de otro, nos permitía medir constantemente todo lo que íbamos haciendo. De manera que si estábamos en la cuaderna tres hacia proa desde la cuaderna maestra, podíamos medir las mangas en el molde de cunas, en el molde de cubiertas y en el casco y, de ese modo, comprobar que íbamos bien.

El resultado no pudo ser mejor. Las cunas fueron a la cubierta, ambas se unieron, y ambas se montaron sin mayor novedad sobre el casco cortado a medida. Nos fuimos unos cinco mm. en la cota entre la roda y el espejo. ¡5 mm. en más de 11 m. de eslora! Ya estoy contento ya.

En pequeño (¡Piensa en pequeño, Alvaro!)

La consola se diseñó inspirándome en las motos, en los capós de los coches actuales, en el estilo de los vehículos de hoy. Tomé medidas antropométricas del armador, lo ubiqué dentro del 3d y coloqué todos los mandos a su alcance con una estudiada y lógica ergonomía. Desde los interruptores de las luces de navegación a los aceledadores o la contramarcha, pasando cómo no por el volante, la radio... Todo está al alcance del piloto. La acompañante, la elegante Pilar, dispone de dos fuertes asas donde agarrarse cuando se navegue a gran velocidad. Además la consola tiene el tamaño ideal para alojar a dos personas, pero a la vez permitir una cómoda circulación por la cubierta de bañera. Por ese motivo, las asas están enrasadas en las superficies laterales de este elemento, para servir al que se sienta y al que circula por la cubierta igualmente.

Arriba, en el techo, el armador dispone de una pieza donde se ubica la radio fm. y algunos interruptores de importancia menor, todos igualmente accesibles. Todos los interruptores tienen una lucecita que nos indica si están accionados o no, lo que facilita mucho su localización dentro del cuadro de mandos.

Detrás de los puestos de conducción, se ubica el mueble auxiliar que da servicio a la cubierta; con nevera incluida y dos buenos armarios en los laterales. El sobre de este mueble, se despliega hacia los asientos de pasajeros. Ubicándose a 720 mm. sobre la cubierta y encima de las rodillas del usuario: una mesa de cocina, vaya. De modo, que mis clientes puedan tomar algo tranquilamente mientras el barco está fondeado.

Estos asientos tampoco son normales, eso ya lo hacen los demás. ¿Recuerdan el "ahítepudras" (pinche aquí para verlo) de los coches de los '30 y '40? A que sí, pues eso se llama así: "ahítepudras". Ese ha sido el concepto para diseñar los asientos escamoteables de este barco. Cuando no los uso, forman parte de la cubierta solarium de popa. Pero si los necesito, los abro y ya está: tengo cinco cómodas plazas. Que necesito paso entre bañera y cubierta de popa, pues cierro el asiento de crujía y paso por ahí.

Ya que estoy en popa voy a hablar un momento del bimini. Cuando yo me doy una vuelta en mi simpático Barchetta, si hace bueno, le quito el techo y lo pliego en su alojamiento. Y la línea del coche se queda preciosa, la capota desaparece por completo guardada en su hueco. Pero no es peor la línea del bello cochecito italiano cuando el techo está puesto. ¿Hay alguna razón para que en un barco no suceda lo mismo? No, no la hay. El bimini de Pilar se abate por completo dentro de la cubierta de popa. Si no se usa, desaparece. Y si se usa, la líneas mantienen el estilo general del barco. Además, su accionamiento es sencillo, unos bombines neumáticos ayudan tanto a levantarlo como a esconderlo. Como debe ser.

Hablando de esconder ¿por qué en todos los barcos se ven las bisagras de todas las puertas, registros y tambuchos? En ningún coche -por barato que sea- se ven las bisagras... Ni en un camión, ni autobús y ¡ni en un tractor siquiera!. ¿Y sí se tienen que ver en un barco de recreo que es un producto de lujo? Las bisagras son elementos que rompen las líneas, que complican -ensucian- la lectura del conjunto. El que se vean bisagras en un barco, sí que tiene una razón: no hay estándar en acero AISI 316 que te permita esconderlas. Esas bisagras maravillosas que tenemos cuando diseñamos muebles, que permiten ajustes en tres direcciones... Olvídate, para el mar no las hay. Para ocultar las bisagras debajo de las cubiertas, me las he visto y deseado. He tenido que modicar el estándar creando prácticamente unos modelos para la ocasión, además de estudiar muy bien cómo y dónde colocarlas. Pero, amigos, el resultado es que no se ven, están ocultas.

Cuando el encargo es diseñar una sóla unidad, y además te acompaña un armador como Alberto, te permites licencias que nunca me permitiría en la fabricación en serie. Por ejemplo la estructura del techo, que -concédamelo- es espectacular. Nada menos que siete piezas a partir de plancha de aluminio 5085 (náutico), cortado al agua, mecanizadas por control numérico, anodizado brillo y que encajan a la perfección. La cosa era despejar la cubierta, dejar más paso en los laterales de la bañera y un mejor acceso a los puestos de conducción. Para ello lo ideal es poner un sólo poste, mástil, central. Eso -en principio- compromete mucho la resistencia de la estructura, porque al contrario que todas las estructuras, partimos de una base estrecha que abrimos arriba. Gracias a su adecuada triangulación y, sobretodo, al refuerzo en proa del mástil, esta es una estructura rígida. Además disponemos de bandejitas para gafas y teléfonos, cenicero, y sitio para colgar toallas. Qué más se puede pedir.

Me voy a proa. Allí nos encontramos con el camarote. ¿Camarote? Qué exageradito eres, Arturo, quédate con una conejera. Pues eso, conejera. La conejera es lo suficientemente amplia como para que dos adultos descansen con comodidad, abriendo la puerta deslizante de noche podrán ver las estrellas mientras descansan. Cómo mola. La puerta tiene un diseño especíco que permite que desaparezca debajo de la cubierta de proa, abriéndose totalmente. El portillo es solidario a ella, y cuando está cerrada la puerta, puedes abrir dicho portillo y sentarte en el escalón de entrada a la conejera, mirando a proa. Así la armadora puede disfrutar de la diestra navegación de su marido en un puesto avanzado y muy estimulante.

Ese mismo escalón de entrada, es también la escalera de subida al solarium de proa desde la bañera. Un sólo escalón, suficiente y perfectamente integrado en el diseño. Ahí, a ambos lados de la puerta de la conejera, se han ubicado las bocas de llenado de los depósitos de gasóleo. Para poder repostar cómodamente, sin tener uno que agacharse. Si avanzamos por la cubierta de proa hacia la roda, nos encontramos el registro del pozo del ancla. Nunca pensé que iba a diseñar una puntera, roldana y tragacadenas. Pues sí, hasta eso me ha tocado.

Y ya estoy aquí, en la roda. No es una roda normal, como casi nada en este barco. Ya le dije a José Luis, enseñándole unos bocetos de los flotadores: "¿Esto lo podemos hacer?" "Es difícil, pero lo vamos a hacer", me dijo (esa es la actitud, sí señor). Y es que en una semirrígida lo que marca el estilo de todo el barco es precisamente este elemento: los balones. Nuestra lancha Pilar tiene un balón con una inusual roda, pequeña y redondita, de la que parten unas líneas largas y fluidas que se lanzan por los laterales del barco hasta cerrar en dos puntas muy particulares en la plataforma de baño. La idea era destacar este elemento sobre los demás, que tampoco son flojos, y por eso es de otro color, marcando la cintura de nuestro amado barco. Además los flotadores, al contrario que otros barcos actuales, se proyectan por los cuatro costados para esto: para protegerlo de golpes, que para eso están. "¿Para abordar, Alberto? ¿A quién vas a abordar?".

Pilar en números.

Sin duda es descortés hablar de las medidas de una señorita. Pero con Pilar haré una excepción.

Pilar desplaza 3.700 kgrs. en rosca. En lastre, unos 4.500. Su eslora total son 11.750 mm. -desde la roda hasta la punta de las aletas de los flotadores- y su manga máxima -o maestra- es de 3.150 mm. La mueven dos motores YANMAR turbodiésel, seis en línea, de 260 CV de potencia cada uno, que son los encargados de lanzar dos potentes chorros de agua por sendas turbinas en el espejo. Estas turbinas, o turbojets, le conceden una agilidad tremenda y la pueden llevar hasta rozar los cuarenta nudos, haciendo disfrutar a sus doce tripulantes.

Esta es Pilar, esta es su paciencia al llegar hasta aquí leyendo, y estas son mis gracias por hacerlo.

Arturo del Saz Salazar
Diseñador industrial.