diseñador industrial valencia Arturo del Saz Salazar
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Valencia · España
diseñador industrial


Valencia · 1971
"La función es lo importante", me dijo aquel técnico muy seguro de si mismo y de su aforismo. Yo, conociendo el paño, preferí callarme. Hay algunos foros en los que es mejor no hablar, es como sembrar en erial. Además, lo peor del caso, es que para aquél, la función se reducía a lo obvio: la silla sirve para sentarse o el coche para ir de un sitio a otro.

Evidentemente, el afortunado que conduce un Porsche sabe muy bien que esto no es así. Sabe que los objetos de consumo son mucho más que su pura y esencial función primera y básica. Por encima de esas funciones básicas y obvias hay una función, una suprafunción, que es la que realmente marcará la forma de los objetos: la comunicación.

El aspecto, la forma, del objeto es el que nos hablará del mismo. De un vistazo percibiremos una serie de valores que están implícitos en su forma. El aspecto nos contará los valores del objeto en si, de su fabricante y de su usuario. "Claro, seguro", dice el escéptico. ¡Pues claro que sí! O acaso crees que la forma del iMac con el que escribo estas letras es casual. ¿Es casual su aspecto claro y limpio, preludio de un manejo sencillo, agradable y eficaz? ¿Es casual que sus formas en aluminio inyectado expresen actualidad y vanguardia? ¿O, acaso, crees que lo compré por casualidad?

"Bueno, para el Mac puede ser cierto, pero ¿y un tractor? ¿Eh?". Para un tractor lo mismo, so listo. Muchos de ellos tienen formas aerodinámicas, no precisamente para cortar el viento a cuarenta por hora, sino para comunicar -otra vez comunicar- modernidad y tecnología, expresando que lo que tiene dentro es bueno, actual. Además, al amigo agricultor también le gusta vacilar y disfrutar cuando mira y usa su máquina. Y al que fabrica el tractor le gusta mostrar, comunicar, lo avanzado de sus productos que destacan por su buen diseño frente a sus competidores, que pueden pensar... que el aspecto no importa. "Que sigan, que sigan pensándolo". Se dice nuestro inteligente empresario, fabricante de tractores, mientras se frota las manos.

Además de conocer la forma y lo que hay detrás de ella, el diseñador debe conocer bien la industria. Debe conocer cada proceso productivo y saber diseñar en base al mismo o, en su caso, saber elegir el proceso productivo adecuado al objeto y a su tirada. No se diseñará -ni se fabricará- igual un objeto del que vamos a producir diez unidades o a producir un millón.

Si fabricamos cien coches sabemos que su carrocería la tendremos que fabricar con métodos que no impliquen grandes inversiones en utillajes. Por ejemplo, utilizaremos moldes abiertos de poliéster y fibra de vidrio. La carrocería también de resina reforzada. Precio unitario alto pero los moldes son relativamente baratos. Si la producción es de un millón de coches, grandes prensas de estampación, muy caras, pero que apenas aumentarán el precio unitario del millón de piezas de acero estampado que van a fabricar.

Si estruimos, pocos huecos en la hilera, cierta simetría, y cuidado con los espesores y los radios mínimos. Con el termoconformado, radios suaves y ángulos de salida amplios y no demasiada profundidad. Manteniendo la conicidad y espesores de pared, la inyección de termoplástico nos da más libertad formal. La inyección reactiva (RIM) nos permite hacer tiradas cortas con un coste más o menos contenido. Con el láser-tubo flipamos viéndolo trabajar ¡qué cosas! La pultrusión... En fin, que a cada proyecto lo suyo.

Si ha llegado hasta aquí, hasta leer estas letras, le doy mi enhorabuena por su paciencia, y las gracias. Atentamente

Arturo del Saz Salazar
Diseñador industrial.